Abogada Colombiana de la Universidad Militar Nueva Granada, Oficial de la Fuerza Aérea Colombiana, fungiendo como Especialista Jurídico de la Sección Estratégica en Asuntos Jurídicos Contractuales del Departamento Estratégico de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos.
«Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio» (Charles Darwin).
El año 2020 significó para todos grandes cambios y sobre todo nos enseñó a que sólo aquellas especies que logran adaptarse a los cambios son las que sobreviven y eso fue lo que nos dejó un año en el que vimos cómo una pandemia hizo que se replanteara la vida en sociedad, puso a flor de piel nuestras vulnerabilidades, obligándonos a optar por la innovación, la creatividad y el emprendimiento. Está claro que no podemos cambiar los hechos, pero sí nuestra actitud y nuestra capacidad para afrontar nuevos retos. El derecho no estuvo ajeno a éstos cambios y mucho menos el Derecho Aeronáutico y del Espacio Ultraterrestre debido a que tuvo grandes retos que afrontar para sobrellevar la pandemia y garantizar la seguridad aérea. El año 2020 me enseñó que las fronteras sólo existen sobre el papel, puesto que, a pesar de la distancia y las diferencias normativas, cursé una especialización magnifica; conocí personas a millares de kilómetros; aprendí sobre la forma de concebir el derecho en otras naciones, y sobre todo, a pesar de que nos separaba la pandemia, los aeropuertos estaban cerrados y se extendía un pánico mediático por el miedo al futuro hice amigos, colegas, amantes del cielo y sus infinitas posibilidades, todos ellos de diferentes partes del mundo.
Este posgrado nos cambió la vida a todos, pues, a pesar de la imposibilidad de viajar y conocernos en persona gracias a nuestro deseo de querer ser y querer saber aprendimos que el Derecho aeronáutico y del espacio ultraterrestre no conoce límites. Hace mucho superamos la idea equivocada de considerar que el cielo era el límite. Maravillosamente existe una universalidad de conocimiento sin importar de qué color es nuestra bandera o qué rol desempeñamos en la sociedad, como abogados, como pilotos, o, como en mi caso, abogada y militar al servicio de mi País. Ningún rol o status fue impedimento para que un grupo de amantes de los aires, los nubarrones, la luna, las estrellas y otros cuerpos celestes nos conquistaran con sus maravillas y la hermosa concepción de cómo hacer derecho para las nuevas generaciones.
Agradezco al dueño de la Bóveda Celeste, a mi Familia, a mi amada Natalia Mora, al Instituto Iberoamericano de Derecho Aeronáutico y Espacial, a la Universidad a Distancia de Madrid, a mis docentes y amigos, por el conocimiento adquirido y por la loca aventura de querer innovar y seguir demostrando que el cielo nunca ha sido ni será el límite.